domingo, 27 de marzo de 2011

XIX

Y por fin llegó el día.
No era ni de lejos un cumpleaños dentro de lo normal.Ni tarta de cumpleaños, ni piñata ni tan siquiera unos típicos globos adornaban la casa,ellos tan solo gastaron su dinero en grandes cantidades de bebida,en una piscina que protegía de la lluvia para curar las resacas y un techo donde dormir.
No necesitaron más para hacer de aquel cumpleaños uno de los mejores que habian celebrado en familia.
Además contaban con unos nuevos visitantes que venidos de diferentes partes de Galicia demostraron que, con la mejor de sus sonrisas estaban perfectamente destinados a encajar en aquella loca y caótica pandilla.
Las cosas empezaron tranquilamente, si pudiendo decir tranquilamente, contamos con varios individuos que llegaron a la casa donde celebraban el cumpleaños, ataviados con trajes y corbatas, metidos dentro de los flotadores más raros e infantiles que encontraron.
Otros con albornoces femeninos hicieron pruebas más impactantes que el Grand Prix. Y las niñas ocupaban los baños de la planta de arriba entre maquillaje, peinados y miles de confidencias.
Los suelos temblaban cada dos por tres, ya fuera por golpes, puñetazos dados desde el cariño, caídas de la risa o simplemente que un microondas acababa de volar por los aires. No importaba el como en ese momento. Ya fue suerte que nada fuera quemado, aparte de unos simples juguetitos o algún que otro utensilio de limpieza que terminó en paradero desconocido.

Grabaron todo y más aunque quizás esas pruebas nunca existieran.
Dejaron la sobriedad en la entrada de la puerta para no recogerla hasta la mañana siguiente mientras descansaban en la piscina.
Realizaron sus más temidas, para algunas, idas de olla. Sin pensar en el mañana en ningún momento.
Se unieron entre todos, si cabe, un poquito más.
Y aunque no fuera un cumpleaños del todo convencional, fue realmente emotivo, loco e intenso,hasta que todos ( o casi todos) cayeron rendidos en los brazos de Morfeo; quien también se quiso apuntar a la fiesta cuando todos estaban más que agotados.
Y aún tocaba la tarea más dura a la mañana siguiente, pero juntos consiguieron salir de aquella. Aunque no hubiera ningún cadáver por el medio.
Y aunque la cumpleañera lloró de miedo porque pensaba que todo acabaría entre destrozos y cenizas, también aprendió que no había nadie como ellos. NADIE.
Cada uno con sus cosas y tan opuestos, pero el cariño que había descubierto que les tenía era incalculable.
Y sí, fue un feliz cumpleaños.

1 comentario:

  1. arrasa la entrada no canso de leerla, vete pensando que organizas para el año por que andaremos por ahí dándolo todo.

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